20100531

20100527

El mister

No hay camino sin caminatas

Guillermo Méndez, nunca comprendió tan claramente la realidad y su crudeza, hasta que a la edad de 7 años, cuando apenas comenzaba a relacionarse con las matemáticas en su escuela primara de gobierno, perdió ambas piernas, consecuentemente al ser atropellado por su padre al guardar su gran Cadillac Eldorado en la cochera, mientras, Memito (en aquél y sólo hasta aquél entonces, Memito), interpuesto en su camino, jugaba con su primera serie de figuras de acción Star Wars, de El Regreso del Jedi. Fue en la primavera de 1984.

Hoy, Guillermo Méndez a sus 33 años y después de una vida llena de triunfos que sobrepasaron ante todo, la discapacidad y la entera capacidad de los demás, pero, arraigado a una oculta envidia y celo, cortó el listón de su última exposición pictórica/temática No hay camino sin caminatas.

“Creo en la distinción social, más allá de la distinción moral, física o cultural”, dice el propio Guillermo Méndez, soportando su peso con ambos brazos, sujetando firme, los descansabrazos de su silla de ruedas, para alcanzar la altura del micrófono. “Realmente, nunca me he sacrificado. Soy como una lombriz. Ustedes, son gusanos. Así es la cosa.” El público ríe. Guillermo Méndez, no. El público entonces, comprende la seriedad de sus palabras y guarda silencio en espera de más. Pero Méndez toma asiento y observa a la gente, parada frente a él, devolviendole la mirada, desde arriba. Méndez no dice más, pues ahora también, ha enmudecido.

I was loco

20081106
(En memoria de Jesús Javier Bárcenas Jiménez "El Pichín")

20100524

Propreté de la maison

Solo un reproche:

¿Porque, queridos compadres, cuando vienen a beber, no hacen favor de tirar sus pinches latas a la basura y en ocasiones, ni se acaban sus putas chelas, cabrónes?

20100522

Oniomanía


single use kodak (2010)

20100517

Suicidio

2009 Nikon F100

Gorda, lo siento.

He sido un canijo, más de una vez. Pero lo que cuento ahora, lectores de la verdad, la verdad mera, la mera verdad, es de lo más despiadado que éste narrador de alarmantes injurias, sórdidas anécdotas, ha cometido en su cuestionable existencia.

Estaba borracho, más sabía lo que hacía. A explorar nuevos parajes, me orillaron los incalculables tragos de alcohol. En un motel barato, como solución autodestructiva, me acosté con una gorda. Jodimos bien.

Y aquí, señoras y señores, viene lo verdaderamente negativo, el monstruo que emergió tras la eyaculación... sírvanse a leer, por favor: La lastimé brutalmente. Pero no fue un daño físico, lo que a la gorda le hice. Créanme, hubiera sido mejor, para ella, para mi, haber pateado su barriga inmensa hasta despojarla de las tripas.

Lo que hice (y pueden parar de leer aquí, amén de no volver a leerme, lectores de buen juicio) no tiene nombre. Le dije: Gorda, ¡DÉJAME EN PAZ!

Gorda, estés donde estés: Lo siento.

ANEXO (201005280237): Esto fue hace más de cuatro años, que conste pues.

20100511

crudo

Una máxima más:

Cuando se está crudo del amor,
y
se está crudo del alcohol,
la vida muestra sus entrañas al rojo vivo
y está cruda por completo.