20100226

Dolores

Aquel día, Dolores recogió sus gafas Rayban de piloto, sobre Dios Vuelve en una Harley, con el separador a unas pocas páginas de terminar. En el reproductor de cedés sonaba Bob Dylan con 10,000 men. Se sentía con sobrada fortaleza y jovialidad. Osada, se miró en el espejo y se colocó los Rayban. Se mordió los labios y le pareció divertido. Dios podía estar a la vuelta de la esquina, encarnado en un apuesto hombre maduro, resuelto a cambiar la solitaria vida de Dolores. Abrió la puerta y se asomó a la calle y se quedó allí, observando antes de salir.

Las hojas de otoño flotaban en la calle; las más cercanas iban a la derecha, las más lejanas a la izquierda y en una que otra parte, algunas, indecisas en remolinos. La gente pasaba también en la calle y se movía como las hojas del otoño. Los Rayban daban a Dolores cierto aire de desfachatez, pero le asentaba bien con sus botas de gamuza a las rodillas y el vestido corto de flores primaverales. Metía la panza, erguía casi a punto de la exageración los hombros, la espalda y el trasero. De su cabeza despeinada, una invisible caña de pescar. Faltaba algo. Ignorar a todas esas jovenzuelas en la calle, en grupos de dos o más (nunca solas, como Dolores), con sus ropas de temporada, sus aires de confianza, sus incontables miradas masculinas embarradas en sus cuerpos.

Entró de nuevo a casa a terminar de leer Dios Vuelve en una Harley. Dolores Solórzano, encendió un cigarrillo después de siete años y se puso a llorar.

Aquel día, no salió de casa.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La manera en que escribes y describes me gusta, tu mundo es interesante a mi parecer cada que te conozco más :P saludos buen amigo.

MANDURRABIA dijo...

te sobran comas
me gusta tu narración, es natural
dolores necesita palitroque
jaja
salud

Rulo dijo...

Maledictv:
Gracie, gracie. Saludos mi buen.

MANDURRABIA:
Es que mi escritura es lenta, invita a reflexionar a cada instante, a respirar, a perderse poco a poco. Salud!