Éste es
el más descabellado
testimonio, de un confeso
adicto a la vagina:
Absoluto,
injurioso
y trémulo
manantial de vida y muerte,
pues me parece
combativa a veces
y otras, noble.
(Suele recordarme
las viejas
usanzas
mexicanas.)
Sabor y cuerpo
a veces,
de pulque joven;
otras, añejo.
Pero más allá de lo tangible,
impregnada en mi osado olfato,
el recio aroma
me remite a los días de muertos,
en que
encuentro en el panteón
el fresco olor del cempasuchitl.
2 comentarios:
¿Cómo?
Jaja bello, pensante y desagradable :P como me gusta jaja, saludos.
No tiene porque ser desagradable, siempre se puede ser precavido y tomar una muestra con la mano y catar el cuerpo como a un buen vino, para no caer en altercados y susceptibilidades rotas.
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